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domingo, mayo 31, 2009

Critica La voz del Interior


Berlín no cree en los rebeldes
Beatriz Molinari
De nuestra Redacción
bmolinari@lavozdelinterior.com.ar
“Alias Gospodin”

Calificación: bueno
Autor: Philipp Löhle.
Dirección: Ariel Dávila.
Escenografía: Valeria Urigu.
Diseño sonoro: Guillermo Ceballos.
Intérpretes: Xavier del Barco, Mariana Bonadero y Adrián Azaceta.
Sala Azucena Carmona del Teatro Real.

Si hay un pasaporte al teatro político, el sellado lleva a Alemania. Esa mirada que aparece bajo distintas formas en dramaturgos más o menos “terribles” (Roland Schimmelpfennig, René Pollesch, Marius Von Mayenburg) se asocia, además, a la tendencia al texto y a la escritura narrativa, como cuña en el guión dramático. Así de expositivo y directo, bajo una capa de ironía, Alias Gospodin es un exponente de literatura dramática alemana actual.

Philipp Löhle (1978, Ravensburg) inventa una historia graciosa que carga al protagonista de ironía, desde donde se lo mire. Gospodin tiene una llama. Es su medio de vida porque toma fotos y así puede zafar del empleo formal. No le va mal, eso dice, como cuentapropista, hasta que Greenpeace le quita la llama. El panorama inicial no puede ser más alentador, desde el punto de vista dramático: nuestro héroe se tambalea frente al abismo laboral y existencial.

El director cordobés Ariel Dávila pone en escena la obra de Löhle y para eso dinamiza el espacio a través de dos estrategias: una pantalla donde proyecta imágenes fijas y móviles, y el juego de los tres actores que se reparten los personajes. Si bien Xavier Del Barco es el protagonista, el mismo Gospodin, la estructura de la obra reparte texto, contexto y crítica en los roles que desempeñan Mariana Bonadero y Adrián Azaceta.

La actriz sobresale del trío por la capacidad extraordinaria de crear la ilusión de realidad. Cuenta lo que pasa, cambia de personaje y siempre encanta al espectador.

Azaceta también debe ser narrador y parte, aunque la marcación para el actor es más estereotipada. Tanto él, como Del Barco, proponen una actuación epidérmica, una sucesión de estados con diferente grados de agitación. Gospodin expresa su disconformidad con el sistema en general y con cada uno de los seres de su entorno en particular: mujer, madre, amigos. De esa manera el dramaturgo va trazando el recorrido de un personaje en su laberinto, cercado por la inercia del mundo capitalista que ya no genera bienestar.

La crítica al sistema surge en la obra como recurso lúdico pero no tiene la fuerza corrosiva de Pollesch, por ejemplo. En Alias Gospodin, Löhle ofrece un texto que resigna la acción para inclinarse hacia el discurso y la argumentación, casi ortodoxa.

Para conocer un texto contemporáneo alemán.
Una virtud: la puesta y Mariana Bonadero.
Un pecado: el registro abusa de lo narrativo.

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